Hacer Yoga en casa es sin duda una forma fantástica de conseguir un perfecto equilibrio tanto físico como psicológico, favoreciendo así nuestro desarrollo y logrando a su vez entender mejor a nuestro organismo. Para ello vamos a daros una serie de recomendaciones con las que podréis comenzar a practicar yoga en casa de forma agradable y con un progreso positivo y constante.
Yoga en casa
El Yoga es un tipo de disciplina que trabaja tanto el cuerpo como la mente a través de una serie de ejercicios donde la meditación y la respiración (Pranayama) juegan un papel imprescindible.
De esta manera, hacer Yoga se convierte en una práctica que está recomendada para absolutamente cualquier persona independientemente de su edad e incluso condición física, ya que siempre nos vamos a poder adaptar de manera que consigamos sacar un buen partido a nuestra experiencia.
¿Quién puede hacer Yoga en casa?
No existe ningún tipo de límite en la práctica, ya que pueden practicar yoga personas jóvenes, mayores, se puede practicar sólo o en pareja, pueden hacerlo mujeres embarazadas, niños, abuelos y en general cualquier persona que necesite establecer un nexo más eficiente y balanceado entre su cuerpo y su mente.
Beneficios de practicar yoga en el hogar
Practicar Yoga ya de por sí aporta grandes beneficios a nivel de salud tanto física como psicológica, pero además, si llevamos esta práctica al hogar, también vamos a poder contar con algunas ventajas como las que detallamos a continuación:
- Ahorras una gran cantidad de tiempo al no tener que desplazarte ni esperar al comienzo de las clases.
- Tendrás la posibilidad de alargar o acortar las sesiones en función de tus necesidades y gustos.
- Cada sesión será más aprovechada y evitarás las distracciones innecesarias.
- Dispones de más espacio y la posibilidad de elegir el rincón que consideres más idóneo en tu hogar.
- Es la mejor forma de establecer tu propio ritmo.
- Producidas más endorfinas que reducirán tu ansiedad, combatirán y prevendrán la depresión y en general tendrás un mejor sentido del humor.
- Al habituarte a practicar yoga en casa, podrás utilizar este recurso en cualquier momento en el que te aburras, dispongas de un rato libre o directamente se hayan trastocado los planes que tenías en mente.
- Evitarás utilizar medios de transporte para desplazarte al lugar de práctica, lo que supone un ahorro energético importante.
- Notarás una mejora muy sustancial de tu flexibilidad.
- Olvidas la necesidad de tener que arreglarte antes de practicar.
- Previenes las inseguridades cuando no te ves en la necesidad de comparar tus capacidades para una postura con otros miembros de la clase.
- Es una forma fantástica de poder introducir a la práctica al resto de miembros de la familia.
- Te va a permitir ahorrar una buena cantidad de dinero.
- Vas a observar mejoras sustanciales en tu agilidad mental y capacidad de concentración.
- Previene y combate los dolores de espalda y de otras partes del cuerpo.
- Puedes ir combinando las posturas en función de tus necesidades y objetivos.
- Se adapta a tus horarios aunque estos sean cambiantes.
- Ayuda a dormir y a descansar mucho mejor.
- Podrás informarte a través de más profesionales que si te centras en un único profesor, ya que tienes a tu disposición multitud de vídeos y libros con los que aprender y avanzar.
- Tienes la posibilidad de orientar los ejercicios a aquellas partes de tu cuerpo y necesidades que precises cubrir con mayor habitualidad.
- Si consigues imponerte una rutina y practicar todos los días, aumentarás tu fuerza de voluntad y tu constancia.
- Lograrás un refuerzo importante en tus articulaciones.
- Tendrás a tu disposición la opción de elegir el tipo de música y ambiente más adecuado.
- Al no tener que gastar dinero en clases, vamos a poder practicar yoga todos los días en lugar de limitarnos a dos o tres días por semana que es lo habitual.
- Tu sensación de libertad y confort será mucho mayor.
- Vas a conseguir relajarte mucho antes que si lo practicas en un centro.
- Tienes una mayor independencia en la práctica.
Tal y como podemos observar, al practicar Yoga en casa obtenemos beneficios adicionales a la propia práctica, logrando de este modo aumentar nuestro rendimiento y lograr una mejora muy sustancial de los resultados.
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La constancia, esencial para hacer yoga en casa y no abandonar
Debemos tener en cuenta que la constancia va a ser una de las herramientas más importantes en este nuevo proceso que vamos a comenzar y en esta nueva etapa de nuestra vida.
Cuando practicamos yoga en centros tenemos la ventaja de que, al haber pagado, contamos con esa motivación extra para acudir a las clases y sacar partido a la inversión, pero el inconveniente es que no vamos a poder practicar yoga todos los días, ya que vamos a depender de un horario.
Sin embargo, si realizamos la práctica directamente en casa, podremos escoger los horarios que más nos convengan, pudiendo extenderla incluso a todos los días y por supuesto también a las horas en las que veamos que nos aporta un mayor beneficio.
Esto es lo que hace que el yoga pase a formar parte de nuestras vidas, es decir, que se integre en nuestro día a día, ofreciéndonos una mejora no sólo mucho más rápida sino también más sustancial.
Recuerda que estamos hablando de una disciplina, de un modo de vida, de manera que debemos intentar que realmente forme una parte íntegra de nosotros y, para ello, no hay mejor manera de conseguirlo que practicando en casa, siendo constantes y teniendo muy clara la importancia y beneficios que nos va a aportar a corto, medio y a largo plazo.
Qué necesito para practicar yoga
Para practicar esta disciplina, lo único que vamos a necesitar es una esterilla de yoga.
Cabe destacar que en el mercado tenemos la posibilidad de encontrar diferentes modelos que van desde el habitual que suele estar fabricado en caucho, hasta la popular esterilla fina que pesa muy poco y apenas ocupa espacio, por lo que se hace ideal para los que viajamos a menudo.
De forma adicional, también podemos incorporar otros elementos que van desde la funda para la esterilla, la cual a menudo viene incluida cuando la compramos, hasta cojines de meditación, bloques de espuma o corcho, las correas para yoga, mantas de relajación, etc.
De cualquier manera, si eres principiante y te estás planteando comenzar a practicar yoga, lo único que realmente necesitas es la esterilla, de manera que puedes observar que se trata de una inversión mínima y la vas a amortizar muy rápidamente gracias a los grandes beneficios que te va a aportar.
Posturas de yoga para practicar en casa
Ahora que ya conocemos mejor esta disciplina, las ventajas que nos aporta y la importancia de ser constantes y disciplinados, es el momento de conocer algunas de las principales posturas de yoga que deberemos ir aprendiendo para practicar en casa.
El árbol: comenzamos con esta postura ya que se trata de una de las más sencillas, ideal para principiantes y que además también aporta grandes beneficios incluso cuando somos yoguis avanzados. Nos ponemos de pie juntando los pies. Ahora elevamos uno de nuestros pies y apoyamos la planta en la cara interna del muslo de la pierna contraria. Tenemos que presionar con este pie sobre el muslo, a la vez que mantenemos nuestra espalda recta y elevamos los brazos por encima de la cabeza juntando las palmas y asegurando que tenemos los hombros bien relajados. Mantener el equilibrio durante 30 segundos para cada pierna.
La montaña: nos colocamos rectos con los pies separados a la altura de las caderas. Espalda recta y bien estirada, con los brazos en los costados y las palmas hacia nuestro cuerpo. La cabeza deberá estar recta y lo único que tendremos que hacer es desplazar hacia un lado nuestro cuerpo de forma muy leve para que la mayor parte del peso cargue sobre un pie, aguantamos 30 segundos y pasamos a desplazarnos hacia el lado contrario para aguantar otros 30 segundos. Una vez que lo hayamos hecho una vez por cada pie, volvemos a equilibrar nuestro peso, esperamos 30 segundos y volvemos a realizarlo de nuevo hasta hacer tres repeticiones con cada pie.
Rotación: nos tumbamos mirando hacia arriba con la espalda bien estirada. Colocamos los brazos en cruz con las palmas hacia abajo. Apoyamos las plantas de los pies en el suelo con lo que las rodillas quedan elevadas y flexionadas. Giramos la pelvis hacia un lado a la vez que levantamos los pies del suelo, pero sin que la espalda superior y los brazos se despeguen de la superficie. Conforme giramos hacia un lado, la cabeza la giraremos al contrario. Tendremos que aguantar cinco segundos con las rodillas hacia arriba e inspirando, para girar a un lado y espirar durante 10 segundos. Volvemos con las rodillas hacia arriba otros cinco segundos e inspirando, y giramos al lado contrario y espiramos durante 10 segundos.
La cobra: nos tumbamos boca abajo con las piernas juntas y los brazos a los lados con las palmas de las manos sobre el suelo y a la altura aproximadamente del pecho. Empujamos con las manos en el suelo para levantar la parte superior de nuestro cuerpo llevando la cabeza hacia atrás. Cuando lleguemos a nuestro máximo, aguantamos 10 segundos y volvemos a bajar de nuevo. Deberemos repetir este ejercicio tres veces.
El puente: nos tumbamos boca arriba con el cuerpo completamente recto. Apoyamos las plantas de los pies en el suelo con lo que flexionaremos las rodillas. Vamos elevando las caderas apoyando el cuerpo sobre nuestros hombros y brazos, los cuales deberemos colocar debajo de nuestro cuerpo con las manos entrelazadas.
Flexión sentada hacia delante: en posición sentado y con la espalda recta, estiramos las piernas hacia delante, manteniéndolas juntas. Ahora abrimos aproximadamente 90° las piernas pero sin flexionar la espalda. Colocamos las palmas de la mano frente a nosotros y vamos dando pasos con las propias manos hacia delante intentando llegar lo más lejos posible. Cuando alcancemos nuestro máximo, esperamos unos segundos y volvemos de nuevo hacia atrás. Inspiraremos al ir hacia atrás y espiraremos al ir hacia delante.
El perro: nos arrodillamos con los pies separados al nivel de las caderas y con las palmas de las manos apoyadas en el suelo frente a nosotros y separadas a un nivel superior de las caderas. Ahora vamos levantando las rodillas y posando los dedos de los pies en el suelo. Es importante mantener un buen contacto con los dedos, a la vez que elevamos la cadera el máximo posible. Nuestro cuerpo permanecerá arqueado, manteniendo esta posición durante unos 10 segundos. Una vez transcurrido este tiempo, descenderemos de nuevo a la posición inicial para aguantar otros 10 segundos. Inspiraremos mientras subimos y espiraremos conforme vayamos bajando. Hacemos cuatro repeticiones.
Savasana: finalmente terminamos con esta postura que es básicamente una postura de relajación de yoga, ideal para cuando finalizamos la sesión o para esos momentos en los que necesitamos meditar un poco, concentrarnos o directamente conseguir una buena relajación. Básicamente lo que haremos será tumbarnos boca arriba estirados, con las piernas separadas y los brazos apartados de nuestro cuerpo.
Recuerda que hacer yoga en casa te permite disfrutar de muchos beneficios interesantes que debes valorar, siendo una alternativa idónea para cualquier edad y nivel que tengamos, de manera que sólo debemos ser pacientes, constantes y tener la convicción de que todo irá llegando siempre y cuando sigamos el proceso paso a paso y sin prisas.